21 de diciembre de 2011

Escuela de Fútbol, Escuela de Valores.



La palabra se las trae, valor, en singular, tiene varias acepciones, pero nos ocuparemos de su carácter axiológico, que la define como una cualidad de las acciones y las cosas que permiten ponderar; la bondad, la maldad; la belleza, la fealdad etc.. Esta palabra añadida con posterioridad a la palabra Escuela y llevada al deporte rey en su faceta de base, me genera algunas reflexiones.


Se habla a menudo de una disyuntiva recurrente; el futbolista nace o se hace, sin lugar a dudas todas aquellas cualidades innatas, contribuyen de manera notable al desarrolo posterior del futuro jugador, pero no es menos cierto que no deja de ser un punto de partida, una base inicial, en mayor o menor medida avanzado, desde el cual debería de iniciar su proceso de formación, no solo deportiva, sino integral, su talento de base le acercara o distanciara de su sueño, pero en este momento la palabra valores y todo lo que estos representan en su formación, cobran una importancia decisiva.


El joven futbolista debe crecer en la cultura del esfuerzo, pues sin este, las condiciones de base no se potenciaran ni se desarrollaran, se estancarían. Debe ser perseverante en su visión de futuro; creer mas en el Nosotros que en el Yo; sin mis compañeros no soy nada, todo esto debe de desarrollarse en un marco de comprensión ante los errores, con un adecuado descubrimiento guiado por sus entrenadores y componentes varios de una escuela de Fútbol y con la seguridad de que se consiga o no la meta final, las bases deportivas y en consecuencia educacionales, persistirán en su vida futura puesto que la formación deportiva debe ser siempre sinónimo de valores positivos de vida en cualquier ámbito.


En el camino nos encontraremos con factores negativos para su solidez formativa, dentro de una sociedad cada vez mas encaminada a la cultura del éxito sin trabajo, sin esfuerzo, gratuito, sin Valores; con personas influyentes para el joven proyectandole mensajes equivocados; ¡Tu eres el mejor!,¡Los demás no saben nada, hazme caso a mi!  ante estos condicionantes negativos procedentes del exterior, el técnico y el club deben generar un espacio diferente, donde se marquen objetivos claros, no solo de competición sino también claramente de formación de base; compañerismo, generosidad, solidaridad, iniciativa, respeto, hábitos alimenticios, cordialidad y también como no, de ambición bien entendida,en un ambiente exigente pero comprensivo,competitivo, pero didáctico, en definitiva un espacio justo. Esta formación integral potenciara reacciones adecuadas ante éxitos o fracasos,situando al joven en una situación de equilibrio y de relatividad, al conocer el porque de estas situaciones y seguir basándose en el trabajo y en el colectivo para afrontar el incierto futuro.


Amigos y compañeros ,sigamos trabajando por ello, seréis ampliamente recompensados

1 comentario:

Bea la de Lola dijo...

Muy buena reflexión, hay que extrapolarlo a la vida diaria, muchos chavales que tienen como referentes a los deportistas (casi todos futbolistas) deberían aplicarse el cuento. Pero no hay que olvidar que algunas de las estrellas de nuestro fútbol no dan muy buen ejemplo.
Me alegro de que hayas empezado esta aventura.
Besos y felices fiestas!